Curioseando por las publicaciones de Internet (o más bien hay que decir : navegando por la Red?), me encontré con una foto de un expositor de postales, con postales, naturalmente; aunque el sujeto de la página no me interesaba en absoluto, me detuve un instante.
Dejé de navegar y empecé a recordar. Estuve un buen rato rememorando viajes, excursiones, vacaciones; y también, como no, reviviendo situaciones, descubrimientos, impresiones y sobre todo personas; personas a las que hace una o dos eternidades que no veo, de las que no sé absolutamente nada, pero que pasaron por mi vida (y yo por la de ellos) dejando el rastro que siempre dejan las vivencias.
(Foto de Javier Pedreira) |
Las postales antes, eran parte integrante de los viajes, sobre todo de los viajes de placer : vacaciones, excursiones, etc. Recuerdo no sin cierta nostalgia, aquellas excursiones de 1 día organizadas por l@s catequistas de la parroquia o las del colegio en fin de curso...cuántos recuerdos !
Las postales se compraban nada más bajar del autobús. Y esto tenía dos motivos : el primero era para quitarse de encima el "engorroso" trabajo de escribirlas y de ponerles el sello de correos; mira que es sencillo escribir una postal ! pues no sabíamos que poner; y tu que le pones a tus padres ? que le vas a contar ? -no sé, no se me ocurre nada!. La segunda y posiblemente la más importante, era que cuanto antes hiciéramos los gastos "obligatorios", antes podríamos calcular en qué y como gastaríamos el "capital" restante. Toda una aventura.
Después, un poco más mayorcitos, más sueltos en lo de la redacción; ya no nos preguntábamos qué íbamos a poner. Escribíamos con soltura y con cierto aire de personas mayores que van por el mundo solas, lo curioso es que si leíamos las postales, decían todas : "Hola, estamos bien. Aquí hace mucho sol (o llueve, o nieva...), ya pronto estamos de vuelta. Muchos besos."
Escribíamos postales a los padres, a algún vecino, a la tía del pueblo, que si no se enfada mucho, a algún amigo que no pudo venir por enfermedad.....y sin que nos vieran los amigos, a una "novia in pectore" que ni nos hacía caso y de la que esperábamos unas palabras de agradecimientos a la vuelta, y así tener la ocasión de hablar con ella un momento (más o menos 37 segundos).
Postales del recuerdo |
Además de estos recuerdo de infancia, también me vinieron a la memoria aquellas tardes de invierno, cuando la lluvia, la nieve o el frío nos invitaban cordialmente a permanecer en casa, y que tras un tiempo de aburrimiento nos llevaba a abrir y cerrar cajones, como esperando que apareciera algo que nos fuera desconocido y nos hiciera pasar el tiempo más rápido; muchas veces, estas búsquedas a ciegas, daban como resultado el descubrimiento, no de algo desconocido, sino de algo olvidado : las viejas postales recibidas. Las enviadas por algún miembro de la familia a los que quedaban en casa y las que nos enviaban amigos, compañeros o parientes más lejanos.
Y este momento, tenía su magia. Al menos así lo recuerdo yo.
Intentábamos recordar los detalles de cada viaje, donde la escribimos...el boli nos llenó de tinta...los sellos no tenían pegamento...al final me faltaban dos sellos...etc. Luego, cada uno se interesaba por las tarjetas enviadas por otros miembros de la familia, y siempre había algo que contar; casi siempre aparecían sonrisas, sino carcajadas al rememorar detalles de aquellos viajes.
La tarde pasaba; recuerdos, comentarios anécdotas y satisfacción por aquellos viajes, que entonces eran mucho menos frecuentes que hoy día y también mucho menos lejanos.
Pues que queréis que os diga : yo tengo nostalgia de las postales, tengo nostalgia de abrir una tarde de lluvia un cajón y encontrarme con un montón de tarjetas, con su correspondiente olor a rancio, a antiguo, a nostalgia.
Muchos me dirán, que hoy día los recuerdos se guardan en un disco duro; que además no se pierden y que en cualquier ordenador caben una burrada de fotos. Además, me dirán, los colores no se pierden, se mantienen brillantes y vivos, y por si fuera poco, puedes añadir comentarios, fechas y recuerdos a cada postal/foto, sin dañarlas (siempre puedes retirar los elogios al tío Ramón, cuando te enojes con él).
Y es cierto, y además las puedes intercambiar sin deteriorarlas...y muchas ventajas más.
Pero yo, y por lo argumentado antes, digo en voz baja agachando y moviendo negativamente la cabeza :
"No es eso, no es eso..."
"No es eso, no es eso..."
Qué razón tienes Vicente, hoy día todo se vuelve impersonal, gracias a las nuevas tecnologías, ahora tenemos todos nuestros recuerdos encerrados en un disco duro, lo peor de todo esto es que se nos olvida el placer de escribir, muchos ya no recordaran cuando íbamos a la escuela cargados con el plumier, las plumillas, el papel secante, la tinta china. Entonces aprendíamos a escribir para luego pasar a la pluma estilográfica y poco a poco moldear nuestra escritura. Te diré el escribir cartas y postales había personas que lo convertían en un arte. Yo recuerdo a mi abuelo y después mi padre, aquellas cartas son dignas de guardarse y de ser revisadas de vez en cuando. Al menos como recuerdo de algo que ya se perdió.
ResponderEliminarEs verdad Marisa. Además del valor sentimental y de recuerdo que guardan, son verdaderas fuentes de información histórica.
ResponderEliminarRecuerdo la primera postal que me enviaron. Era de un amigo que fue a trabajar a Madrid. La postal era de la Maja desnuda de Goya. Todo un destape circulante en años de severa censura.
ResponderEliminarSalu2.